domingo, 28 de noviembre de 2010

Primavera



Octubre se fue y dejó el recuerdo:
tus pupilas engarzadas en las mías,
nuestros dedos enredados,
una mesa alejada, un vaso lleno,
un amor a medias confesado.
Yo no sé qué querrá la primavera
que se niega a regalarnos un verano.
Yo no sé por qué se empecina el tiempo
en mezquinarnos los momentos, los espacios.
Octubre ya se fue y con él te fuiste.
No sé si culparte a vos, a Dios o al diablo.
Sólo sé que es en octubre
cuando la inevitable fuerza
que impetuosa nos une,
vuelve a transformarnos en extraños.
Octubre terminó y con él la euforia
de hacer coincidir los calendarios.
Y aunque quieras demorarte en mi cabello
y yo insista en perderme entre tus brazos,
se sacuden los crueles segunderos
cercenando fantasías a su paso.
Octubre se esfumó como en sueño
y aunque implore al destino un nuevo plazo,
sólo me devuelve la esperanza endeble
de volvernos a querer dentro de un año.

"(¿Por qué, después, 
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos?)"
Cortázar, El breve amor

lunes, 1 de noviembre de 2010

Creación


                                                 Pigmalión, Alberto Gálvez (Orihuela 1963).

Yo no te inventé. 
No grabé en tu frente el nombre secreto que te dio la vida. 
Yo no te inventé. 
No soñé la forma de tu rostro ni el color de tu pelo. 
No insuflé en vos con mi aliento el soplo divino. No te enseñé a andar. No te di la palabra ni el talento. 
No te inventé.
Ni los parques ni los sábados me van a alcanzar para olvidarte. 
Cada noche los sueños te devuelven a mí y yo te recibo con los ojos cerrados y las sienes palpitando. Y converso con vos sumida en la esperanza de volvernos eternos en ese mundo de tiempo obliterado, de espacios imposibles, de escaleras que conducen a la nada, de relojes contumaces que se niegan a mover los segunderos.
Ni el andar de la luna ni el océano me han de alcanzar para olvidarte. La certeza crece adentro como una sombra, o más bien una condena. 
Una canción te devuelve a mí desde el silencio y te adivino pensándome. Repitiendo mi nombre como una letanía, como un mantra.
Yo no te inventé. Fue tu propia voluntad la que te trajo a mí. Recostaste tu cabeza en mi pecho y de allí no te fuiste nunca. 
No te vuelvas ahora contra mí, no me atormentes, no soy tu creadora.
Yo no te inventé. Si lo hubiera hecho, borraría de tu frente la letra precisa para aniquilarte

"Me sobraron tantas cosas que no pude darte a tiempo, o tal vez nunca exististe, fuiste mi mejor invento."